Interlocutor: Cuando era un niño experimenté muy a menudo estados de felicidad completa, cercanos al éxtasis. Más tarde, cesaron. Pero desde que vine a la India reaparecieron, particularmente desde que le encontré a usted. Sin embargo estos estados, por maravillosos que sean, no son duraderos. Vienen y van y no hay ningún conocimiento de cuando volverán de nuevo.
Maharaj: ¿Cómo puede algo ser estable en una mente que ella misma no es estable?
Interlocutor: ¿Cómo puedo hacer que mi mente sea estable?
Maharaj: ¿Cómo puede una mente inestable hacerse a sí misma estable? Por supuesto no puede. La naturaleza de la mente es vagar de un lado a otro. Todo lo que usted puede hacer es llevar el foco de la consciencia más allá de la mente.
Interlocutor: ¿Cómo se hace?
Maharaj: Deseche todos los pensamientos excepto uno: el pensamiento «yo soy». La mente se rebelará al comienzo, pero con paciencia y perseverancia cederá y se tranquilizará. Una vez que usted esté tranquilo, las cosas comenzarán a acontecer espontáneamente y completamente naturales, sin ninguna interferencia de su parte.
Interlocutor: ¿Puedo evitar esta dilatada batalla con mi mente?
Maharaj: Sí, puede. Viva su vida como viene, pero siempre alerta, siempre vigilante, dejando que todo acontezca como acontece, haciendo las cosas naturales de modo natural, sufriendo, regocijándose como la vida lo traiga. Eso también es una vía.
Interlocutor: Bien, entonces puedo casarme, tener hijos, llevar un negocio ser feliz.
Maharaj: Ciertamente. Usted puede ser feliz o no, tómelo a su paso.
Interlocutor: Pero yo quiero felicidad.
Maharaj: La verdadera felicidad no puede ser encontrada en las cosas que cambian y se desvanecen. El placer y el dolor alternan inexorablemente. La felicidad viene del sí mismo y sólo puede encontrarse en el sí mismo. Encuentre su sí mismo real (swarupa) y todo lo demás vendrá con él.
Interlocutor: Si mi sí mismo real es paz y amor, ¿por qué está tan inquieto?
Maharaj: No es su sí mismo real el que está inquieto, pero su reflejo en la mente aparece inquieto porque la mente es inquieta. Es como el reflejo de la luna en el agua agitada por el viento. El viento del deseo agita a la mente, y el «yo», que no es más que un reflejo del Sí mismo en la mente, aparece cambiante. Pero esas ideas de movimiento, de inquietud, de placer y de dolor están todas en la mente. El Sí mismo está más allá de la mente, presenciador consciente, pero no implicado.
Interlocutor: ¿Cómo alcanzarlo?
Maharaj: Usted es el Sí mismo aquí y ahora. Deje a la mente en paz, permanezca consciente y no implicado y usted se dará cuenta de que estar alerta pero desapegado, observando cómo los acontecimientos vienen y se van, es un aspecto de su naturaleza real.
Interlocutor: ¿Cuáles son los otros aspectos?
Maharaj: Los aspectos son infinitos en número. Dése usted cuenta de uno, y se dará cuenta de todos.
Interlocutor: Dígame usted algo que me ayude.
Maharaj: ¡Usted sabe mejor lo que usted necesita!
Interlocutor: Yo estoy inquieto. ¿Cómo puedo obtener paz?
Maharaj: ¿Para qué necesita usted paz?
Interlocutor: Para ser feliz.
Maharaj: ¿No es usted feliz ahora?
Interlocutor: No, no lo soy.
Maharaj: ¿Qué le hace a usted infeliz?
Interlocutor: Tengo lo que no quiero, y quiero lo que no tengo.
Maharaj: ¿Por qué no lo invierte usted?: Quiera lo que usted tiene y no se preocupe por lo que no tiene.
Interlocutor: Quiero lo que es agradable y no quiero lo que es doloroso.
Maharaj: ¿Cómo sabe usted lo que es agradable y lo que no lo es?
Interlocutor: Por la experiencia pasada, por supuesto.
Maharaj: Guiado por la memoria usted ha estado persiguiendo lo agradable y esquivando lo desagradable. ¿Lo ha logrado usted?
Interlocutor: No, no le he logrado. Lo agradable no dura. El dolor vuelve de nuevo.
Maharaj: ¿Cuál dolor?
Interlocutor: El deseo del placer, el miedo del dolor, ambos son estados de miseria. ¿Hay un estado de placer sin mezcla?
Maharaj: Todo placer, físico o mental, necesita un instrumento. Ambos instrumentos físico y mental son materiales, se fatigan y se agotan. El placer que proporcionan es necesariamente limitado en intensidad y duración. El dolor es el trasfondo de todos sus placeres. Usted los quiere porque sufre. Por otra parte, la búsqueda misma del placer es la causa del dolor. Es un círculo vicioso.
Interlocutor: Puedo ver el mecanismo de mi confusión, pero no veo mi salida de él.
Maharaj: El examen mismo del mecanismo muestra la salida. Después de todo, su confusión está solo en su mente, que hasta ahora nunca se ha rebelado contra la confusión y nunca ha logrado hacerse con ella. Se ha rebelado sólo contra el dolor.
Interlocutor: ¿De modo que todo lo que puedo hacer es permanecer confundido?
Maharaj: Esté alerta. Indague, observe, investigue, aprenda todo lo que pueda sobre la confusión, como opera, lo que le hace a usted y a otros. Viendo claramente la confusión usted deviene limpio de la confusión.
Interlocutor: Cuando miro dentro de mí mismo, encuentro que mi deseo más fuerte es crear un monumento, construir algo que me sobreviva. Incluso cuando pienso en un hogar, esposa e hijos, es porque ello es un testimonio de mí mismo duradero, sólido.
Maharaj: De acuerdo constrúyase un monumento. ¿Cómo se propone usted hacerlo?
Interlocutor: Importa poco qué construya, mientras sea permanente.
Maharaj: Ciertamente, usted puede ver por usted mismo que nada es permanente. Todo se gasta, se viene abajo, se disuelve. El terreno mismo sobre el que usted construye cede. ¿Qué puede usted construir que sobreviva a todo?
Interlocutor: Intelectualmente, verbalmente, yo soy consciente de que todo es transitorio. Sin embargo, de algún modo mi corazón quiere permanencia. Quiero crear algo que dure.
Maharaj: Entonces usted debe construirlo de algo duradero. ¿Qué tiene usted que sea duradero? Ni su cuerpo ni su mente durarán. Usted debe buscar en otra parte.
Interlocutor: Anhelo la permanencia, pero no la encuentro en ninguna parte.
Maharaj: Usted mismo, ¿no es usted permanente?
Interlocutor: Yo he nacido, y moriré.
Maharaj: ¿Puede usted decir verdaderamente que usted no era antes de nacer y puede usted decir cuando esté muerto: «Ahora ya no soy». Usted no puede decir desde su propia experiencia que usted no es. Usted solo puede decir «yo soy». Los demás tampoco pueden decirle a usted que «usted no es».
Interlocutor: No hay ningún «yo soy» en el sueño profundo.
Maharaj: Antes de hacer afirmaciones tan perentorias, examine usted cuidadosamente su estado de vigilia. Usted descubrirá pronto que está lleno de vacíos, cuando la mente se queda en blanco. Note cuán poco recuerda usted incluso cuando está plenamente despierto. Usted no puede decir que usted no estuvo consciente durante el sueño. Simplemente, usted no recuerda. Un vacío en la memoria no es necesariamente un vacío en la consciencia.
Interlocutor: ¿Puedo hacerme a mí mismo recordar mi estado de sueño profundo?
Maharaj: ¡Por supuesto! Eliminando los intervalos de inadvertencia durante sus horas de vigilia, usted eliminará gradualmente el largo intervalo de atención ausente que usted llama sueño. Usted sabrá que está dormido.
Interlocutor: Sin embargo el problema de la permanencia, de la continuidad del ser, no está resuelto.
Maharaj: La permanencia es una mera idea, nacida de la acción del tiempo. El tiempo a su vez depende de la memoria. Por permanencia usted quiere decir una memoria sin cortes a través de un tiempo sin fin. Usted quiere eternizar la mente, lo cual no es posible.
Interlocutor: ¿Entonces qué es eterno?
Maharaj: Eso que no cambia con el tiempo. Usted no puede eternizar una cosa transitoria —sólo lo que no cambia es eterno.
Interlocutor: Yo estoy familiarizado con el sentido general de lo que usted dice. No anhelo más conocimiento. Todo lo que quiero es paz.
Maharaj: Usted puede tener toda la paz que quiera pidiendo.
Interlocutor: Estoy pidiendo.
Maharaj: Debe usted pedir con un corazón indiviso y vivir una vida integrada.
Interlocutor: ¿Cómo?
Maharaj: Desapéguese de todo lo que torna a su mente inquieta. Renuncie a todo lo que perturba su paz. Si usted quiere paz, merézcala.
Interlocutor: Ciertamente todo el mundo merece paz.
Maharaj: Sólo la merecen aquellos que no la perturban.
Interlocutor: ¿De qué manera perturbo yo la paz?
Maharaj: Siendo un esclavo para sus deseos y temores.
Interlocutor: ¿Incluso cuando están justificados?
Maharaj: Las reacciones emocionales nacidas de la ignorancia o de la inadvertencia nunca están justificadas. Busque una mente clara y un corazón limpio. Todo lo que usted necesita es mantenerse tranquilamente alerta, indagando en la naturaleza real de usted mismo. Ésta es la única vía hacia la paz.