domingo, enero 25, 2009

30 de enero de 1935

Prosiguen las charlas de Maharshi con el catedrático de Oxford Evans-Wentz (Leer antes Parte 1 y Parte 2)

Evans-Wentz: ¿Es necesaria la soledad para un
jnani?

Maharshi: La soledad está en la mente del hombre. Uno puede estar en la espesura del mundo y mantener la serenidad de mente; ese tal está en soledad. Otro puede estar en un bosque, y sin embargo ser incapaz de controlar su mente. De este tal no puede decirse que esté en soledad. La soledad es una función de la mente. Esté donde esté, un hombre apegado al deseo no puede tener soledad; un hombre desapegado está siempre en soledad.

Evans-Wentz: Así pues, uno podría dedicarse a su trabajo y estar libre de deseo, y mantenerse en soledad. ¿Es así?

Maharshi: Sí. El trabajo cumplido con apego es una prisión, mientras que el trabajo cumplido con desapego no afecta al hacedor. Ese tal, está en soledad incluso mientras trabaja.

Evans-Wentz: Se dice que en el Tíbet hay muchos santos que permanecen en soledad, y que, sin embargo, son muy útiles para el mundo. ¿Cómo puede ser eso?

Maharshi: Eso puede ser así.
La realización del Sí mismo es la mayor ayuda que puede prestarse a la humanidad. Por consiguiente, se dice que los santos son útiles aunque permanezcan en los bosques. Pero no debe olvidarse que la soledad no está sólo en los bosques. Se la puede tener incluso en las ciudades, en la espesura de las ocupaciones mundanas.

Evans-Wentz: ¿No es necesario que los santos se mezclen con las gentes y que les sean útiles?

Maharshi: Sólo el Sí mismo es la Realidad; el mundo y todo lo demás no lo son.
El ser realizado no ve el mundo como diferente de sí mismo.

Evans-Wentz: Así pues, la realización del santo conduce a la elevación de la humanidad sin que ésta sea consciente de ello. ¿Es así?

Maharshi: Sí. La ayuda es imperceptible, pero aún así está ahí. Un santo ayuda a toda la humanidad, sin que ésta lo sepa.

Evans-Wentz: ¿No sería mejor si él se mezclase con otros?

Maharshi: No hay ningunos otros con los que mezclarse. El Sí mismo es la única y sola Realidad.

Evans-Wentz: Si hubiera cien hombres que hubieran realizado el Sí mismo, ¿no sería eso para el mayor beneficio del mundo?

Maharshi: Cuando usted dice «Sí mismo» se refiere a lo ilimitado, pero cuando le agrega «hombres», usted limita el significado. Hay sólo un único Sí mismo Infinito.

Evans-Wentz: ¡Sí, sí, lo veo! Sri Krishna ha dicho en la Gita que el trabajo debe realizarse sin apego y que ese trabajo es mejor que el ocio. ¿Eso es Karma Yoga?

Maharshi: Lo que se dice se da para que aproveche a los temperamentos de los oyentes.

Evans-Wentz: En Europa, las gentes no comprenden que un hombre en soledad pueda ser útil. Imaginan que sólo pueden ser útiles los hombres que trabajan en el mundo. ¿Cuándo cesará esta confusión? ¿La mentalidad europea continuará chapoteando en ese pantano o entenderá la verdad?

Maharshi: No se preocupe nunca por Europa ni por América. ¿Dónde están éstas sino en su mente? Realice su Sí mismo y entonces todo está realizado. Si usted sueña y ve a varios hombres, y luego despierta y recuerda su sueño, ¿trata de verificar si las personas de su creación soñada están también despiertas?

Evans-Wentz: ¿Qué piensa el Maharshi de la teoría de la ilusión universal (Maya)?

Maharshi: ¿Qué es Maya? Es sólo la Realidad.

Evans-Wentz: ¿No es Maya la ilusión?

Maharshi: Maya se usa para significar las manifestaciones de la Realidad. Así pues, Maya es sólo la Realidad.

Evans-Wentz: Algunos dicen que Sri Sankaracharya fue sólo un intelectual y no un realizado. ¿Es así?

Maharshi: ¿Por qué preocuparse por Sankaracharya? Realice su propio Sí mismo. Los demás pueden cuidarse solos.

Evans-Wentz: Jesucristo curaba a las gentes de sus enfermedades. ¿Es eso sólo un poder oculto (
siddhi)?

Maharshi: ¿Era Jesús consciente en el momento de que estaba curando a los hombres sus enfermedades? Él pudo no haber sido consciente de sus poderes. Hay una historia que dice lo siguiente: en una ocasión, Jesús había curado a un hombre de su ceguera. Con el tiempo, el hombre se volvió malvado. Al encontrarle después de algunos años, Jesús observó su maldad y le preguntó por qué era así. El hombre le contestó diciendo que, cuando era ciego, no podía cometer ningún pecado. Pero que después de que Jesús le hubo curado la ceguera, se volvió malvado y Jesús era el responsable de su maldad.

Evans-Wentz: ¿No fue Jesús un Ser Perfecto que poseía poderes ocultos (
siddhis)?

Maharshi: Pudo no haber sido consciente de sus poderes (
siddhis).

Evans-Wentz: ¿No es bueno adquirirlos, tales como la telepatía, etc.?

Maharshi: La telepatía, o la radio, permiten que uno vea y oiga a distancia. Son todos lo mismo, oír y ver. Si uno oye de cerca o de lejos, eso no constituye diferencia en cuanto a la audición. El factor fundamental es el que oye, el sujeto. Sin el que oye o el que ve, no puede haber ninguna escucha o visión. Éstas últimas son las funciones de la mente. Por consiguiente, los poderes (
siddhis) ocultos sólo están en la mente. No son naturales al Sí mismo.

Aquello que no es natural, sino adquirido, no puede ser permanente y no merece la pena esforzarse por ello. Los poderes sólo indican facultades extendidas. Un hombre posee facultades limitadas y es miserable; quiere expandir sus facultades para poder ser feliz. Pero considere si eso será así; si con percepciones limitadas uno es miserable, con percepciones extendidas la miseria debe aumentar proporcionalmente. ¡Los poderes ocultos no procurarán felicidad a nadie, sino que lo harán completamente miserable!

Además, ¿para qué sirven estos poderes? El presunto ocultista (siddha) desea exhibir los
siddhis para que los demás lo aprecien. Busca aprecio, y si el aprecio no viene, no será feliz. Debe haber otros que le aprecien. Y hasta puede encontrar a otro que posea poderes más elevados. Eso le pondrá celoso y generará infelicidad. El ocultista más alto (siddha) puede encontrar a un siddha más alto todavía, y así sucesivamente hasta que llegue uno que lo vuele todo por los aires en un abrir y cerrar de ojos. Ese es el adepto (siddha) más alto, y Él es Dios o el Sí mismo.

¿Cuál es el poder real? ¿Es acrecentar la prosperidad o establecer la paz? Eso que resulta en la paz es la perfección más alta.

Evans-Wentz: Sin embargo, la gente corriente, en Europa y en América, no apreciarán una actitud tal y desearían una exhibición de poderes e instrucciones con disertaciones, etc.

Maharshi: Las disertaciones pueden entretener a los individuos durante unas horas, sin mejorarlos. Por otra parte, el silencio es permanente y beneficia a toda la humanidad.

Evans-Wentz: Pero el silencio no es comprendido.

Maharshi: No importa. Por el silencio, lo que se entiende es elocuencia. Las disertaciones orales no son tan elocuentes como el silencio. El Silencio es elocuencia incesante. El Maestro Primordial, Dakshinamurti, es el ideal. Él enseñaba a sus discípulos rishis con el silencio.

Evans-Wentz: Pero entonces los discípulos iban a Él. Todo eso está muy bien. Ahora es distinto. Ahora deben ser buscados y ayudados.

Maharshi: Eso es un signo de ignorancia. El poder que le creó a usted ha creado al mundo. Si puede cuidar de usted, similarmente, puede cuidar del mundo también.

Evans-Wentz: ¿Qué piensa el
Bhagavan del «alma perdida» mencionada por Jesucristo?

Maharshi: Piense en qué es lo que hay que perder. ¿Hay algo que perder? Lo que importa es sólo aquello que es natural. Eso debe ser eterno y no puede ser experimentado. Todo lo que nace, debe morir; todo lo que se adquiere, debe perderse. ¿Ha nacido usted? Usted es siempre existente. El Sí mismo nunca puede ser perdido.

Evans-Wentz: El Buda aconseja el sendero óctuple como el mejor, para que nadie se pierda.

Maharshi: Sí. Los hindúes llaman a eso Raja Yoga.

Evans-Wentz: ¿Se aconseja el yoga para un aspirante espiritual?

Maharshi: El yoga ayuda al control de la mente.

Evans-Wentz: ¿Pero no conduce a los poderes ocultos (
siddhis) que se dice que son peligrosos?

Maharshi: Pero usted distinguió su pregunta con las palabras «un aspirante espiritual». Usted no quería dar a entender un buscador de poderes (siddhis).

[Extraido del libro "Conversaciones con Ramana Maharshi (Tomo I)" de Sri Ramana Maharshi]