domingo, diciembre 21, 2008

Tao Te King (XXV, XVI)

XXV

Antes aún que el cielo y la tierra
ya existía un ser inexpresable.
Es un ser vacío y silencioso, libre,
inmutable y solitario.
Se encuentra en todas partes
y es inagotable.
Puede que sea la Madre del universo.
No sé su nombre,
pero lo llamo Tao.
Si me esfuerzo en nombrarlo
lo llamo «grande».
Es grande porque se extiende.
Su expansión le lleva lejos.
La lejanía le hace retornar.
El Tao, pues, es grande y el cielo es grande.
La tierra es grande y también lo es el hombre.
En el universo hay cuatro cosas grandes,
y el hombre del reino es una de ellas.
El hombre sigue la ley de la tierra.
La tierra sigue la ley del cielo.
El cielo sigue la ley del Tao.
El Tao sigue su propia ley.


Tercer línea: "Es un ser Vacío y Silencioso...". Sigo leyendo cosas e interrelacionando las diferentes visiones filosóficas y teológicas orientales, para ello ahora voy a recurrir a una cita del libro que estoy leyendo, lentamente debo confesar, desde ya hace unos meses "El libro tibetano de los muertos" (Bardo Thodol), ese del que ya hice referencia en este post.

Dentro del budismo clásico encontramos dos ramas o escuelas: La Mahayana y La Theravada. Simplificando mucho la cosa puedo decir que la diferencia entre ambas es que tienen interpretaciones diferentes sobre lo que predicó Buda (interesados en profundizar lean el texto linkeado).

Una de las enseñanzas sapienciales y doctrinas esenciales de la escuela Mahayana es sobre el concepto del "Vacío" al que tantas veces se hace referencia en el Tao como en otras filosofías/teologías hinduistas y orientales en general.

Cito:

"El Vacío: En todos los sistemas tibetanos de yoga la comprensión del Vacío es el único gran objetivo; pues comprenderlo es alcanzar el Dharma-Kaya incondicionado (Dharma-Kaya: Cuerpo Divino de la Verdad) -vendría a ser el Estado Último, la realizacion del Absoluto-, el estado primordial de lo increado, de la Supramundana Omni-Consciencia Bodhica: El Estado Búdico. La comprensión del Vacío es también el objetivo de los Theravadistas."



XXVI

Lo pesado es la raíz de lo ligero.
La calma somete a lo agitado.
Así, el sabio cuando viaja
no se aleja de la caravana.
Aunque pueda disfrutar de las cosas más excelsas,
conserva su paz y se hace superior.
¿Cómo el dueño de diez mil carros
puede obrar con ligereza en el imperio?
Quien se comporta ligeramente
pierde la raíz de su poder.
Quien se ofusca,
se pierde a sí mismo.









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