lunes, agosto 28, 2006

Liberación

Lo que sigue es un pasaje traducido libremente del Chandogya Upanishad. La verdad que este pequeño mito está destinado a ilustrar es que existen tantas concepciones de la salvación como grados de conocimiento espiritual y que la clase de liberación (o esclavizamiento) logrado por cualquier alma individual depende del punto hasta el cual esa alma quiera disipar su esencial voluntaria ignorancia.

«Ese Yo que está libre de impurezas de la vejez y la muerte, del pesar y la sed y el hambre, cuyo deseo es verdadero y cuyos deseos se realizan —ese Yo es el que ha de ser buscado e inquirido, ese Yo es el que ha de ser percibido.

Los Devas (dioses o ángeles) y los Asuras (demonios o titanes) tuvieron noticia de esta Verdad. Pensaron: "Busquemos y percibamos este Yo, de modo que podamos obtener todos los mundos y el cumplimiento de todos los deseos."

Así, pues, Indra, de los Devas, y Virochana, de los Asuras, se acercaron a Prajapati, el famoso maestro. Vivieron con él como alumnos durante treinta y dos años. Luego Prajapati les preguntó:

—¿Por qué razón habéis vivido aquí todo este tiempo?

Contestaron ellos:

—Oímos decir que aquel que percibe el Yo obtiene todos los mundos y la realización de todos sus deseos. Hemos vivido aquí porque queremos que se nos enseñe el Yo.

Prajapati les dijo:

—La persona que se ve en los ojos: ésa es el Yo. Ésa es inmortal, sin miedo, y es el Brahman.

—Señor —preguntaron los discípulos—, ¿quién se ve reflejado en el agua o en un espejo?

—Él, el Atman —fue la respuesta—. Él realmente se ve en ésos. —Luego Prajapati añadió—: Miraos a vosotros mismos en el agua, y todo lo que no comprendáis, venid a decírmelo.

Indra y Virochana examinaron su reflejo en el agua, y cuando se les preguntó qué habían visto del Yo, contestaron:

—Señor, vemos al Yo, vemos hasta el cabello y las uñas.

Entonces Prajapati les ordenó ponerse sus más ricos vestidos y volver a mirar su "yo" en el agua. Así lo hicieron, y cuando se les volvió a preguntar qué habían visto, contestaron:

—Vemos al Yo, exactamente como nosotros, bien ataviado y con nuestros más ricos vestidos.

Entonces dijo Prajapati:

—El Yo se ve realmente en ésos. Ese Yo es inmortal y sin miedo, y ése es el Brahman. —Y los alumnos se fueron con el corazón complacido.

Pero, mirando cómo se alejaban, Prajapati se lamentó de este modo: —Los dos partieron sin analizar ni distinguir, y sin comprender al verdadero Yo. Quienquiera que siga esta falsa doctrina del Yo debe perecer.

Satisfecho de haber hallado al Yo, Virochana volvió junto a los Asuras y empezó a enseñarles que sólo debe adorarse al yo (nótese la "y" minúscula) corporal, que sólo al cuerpo ha de servirse, y que quien adora al yo y sirve al cuerpo gana ambos mundos, este y el siguiente. Y ésta, en efecto, es la doctrina de los Asuras.

Pero Indra, cuando regresó junto a los Devas, advirtió la inutilidad de este conocimiento. "Como este Yo —reflexionó— parece estar bien adornado cuando el cuerpo está bien adornado, bien vestido cuando el cuerpo está bien vestido, así también será ciego si el cuerpo es ciego, cojo si el cuerpo cojea, deforme si lo es el cuerpo. Más aun. Este mismo Yo morirá, cuando el cuerpo muera. No veo bien alguno en tal conocimiento."

Indra, pues, volvió junto a Prajapati en busca de nueva instrucción. Prajapati lo obligó a vivir con él por espacio de otros treinta y dos años; y luego se puso a enseñarle paso a paso, por así decirlo.

Prajapati dijo:

—El que se mueve en sueños, gozando y glorificado: ése es el Yo. Ése es inmortal y sin miedo, y es el Brahman.

Con el corazón complacido, Indra volvió a partir. Pero, antes de reunirse con los otros seres angélicos, advirtió también la inutilidad de aquel conocimiento. "Cierto es —pensaba— que este nuevo Yo no es ciego si el cuerpo es ciego; ni cojo o herido, si el cuerpo es cojo o herido. Más aun, en sueños el Yo tiene conciencia de muchos sufrimientos. No veo, pues, bien alguno en esta enseñanza."

Así, pues, volvió junto a Prajapati en busca de nueva instrucción, y Prajapati lo hizo vivir con él durante treinta y dos años más. Al término de ese tiempo, Prajapati le enseñó del modo siguiente:

—Cuando una persona duerme, descansando en perfecta tranquilidad, no soñando sueños, entonces percibe al Yo. Ése es inmortal y sin miedo, y ése es el Brahman.

Satisfecho, Indra partió. Pero, aun antes de llegar a su hogar, comprendió también la inutilidad de tal conocimiento. "Cuando uno duerme —pensó— no se conoce a sí mismo como 'Éste es yo'. En el hecho, no se tiene conciencia de ninguna existencia. Ese estado es casi aniquilamiento. Tampoco veo bien alguno en este conocimiento."

Indra, pues, regresó de nuevo en busca de enseñanza. Prajapati lo retuvo junto a sí otros cinco años. Al fin de ese tiempo, Prajapati le enseñó la verdad más alta del Yo.

—Este cuerpo —dijo— es mortal, siempre en las garras de la muerte. Pero en su interior reside el Yo inmortal y sin forma. Este Yo, cuando asociado a lo consciente con el cuerpo, está sujeto al placer y al dolor; y mientras dura tal asociación, nadie puede librarse de dolores y placeres. Pero cuando la asociación llega a su término, terminan también dolor y placer. Levantándose por encima de la conciencia física, conociendo al Yo como distinto de los órganos de los sentidos y la mente, conociéndolo bajo esta luz verdadera, uno se alegra y es libre.»

Del Chandogya Upanishad


[Extraído de "La filosofía perenne", de Aldous Huxley]




4 comentarios:

Adriano dijo...

Pensaba en la gran importancia de poder conocer el YO. Digo, uno a veces se pierde entre otras cosas, busca conocer por otros lados, pero para eso primero debe saber qué/quién es...Elemental, súper elemental. La historia de la Humanidad quizás también sea la historia del YO, de la permanente búsqueda del ser como sujeto (¿sujetado?) de este mundo.

¿Hay un yo contemporáneo? Creo que sí. Y este YO de hoy día, o de estos tiempos, casi con seguridad se siente más indefenso, por caso, que el yo del medioevo. Hoy leer esto que increíblemente ha sido conservado con el tiempo, es adentrarse en la problemática occidental actual...Tanta rapidez para todo, tanta alienación, juntos con la manada...Un símbolo de la época.

...Qué tan alejados solemos estar de la percepción de nuestro YO. Y sigo sin comprender mucho esa idea de quien aprehende el YO aprehende lo absoluto...

juanba dijo...

Adrián: "Conócete a ti mismo", frase que viene de larga data y que apunta precisamente a conocer quien realmente somos y para qué estamos aquí.

La idea base de este extracto de Upanishad no difiere de otras que he dejado aquí en los fragmentos de conversaciones con Maharaj o de otras que yacen algo más implícitas en los versos del Tao. Tampoco difiere de otros textos que postearé en el futuro con ideas similares de otras filosofías y teologías.

El Absoluto, la Divina Base, el Brahman, Dios, el Tao, el Padre como le llamaba Jesús, el Link como me gusta llamarlo a mi, sólo puede ser aprehendido, experimentado cuando nos damos cuenta que en realidad nosostros somos Eso mismo (el "Y"o con mayúsculas del texto), es sólo darse cuenta y reconocer la esencia divina que hay en nosotros y que alguna vez perdimos de vista.

Nuestro "yo" con minúscula es el que está perdido, fragmentado y que se siente separado del resto por más que este se pierda "en masa" como bien lo decís vos Adrián. Ese es el "yo" del ego que deberíamos dejar atrás para entrar en el estado del "jnani" como dice Maharaj o del "sabio" como lo expresa Lao Tse en su Tao Te King.

Salutes

Tadeo Kosma M. dijo...

Excelente extracto, Juanba. La historia aquí narrada refleja a dos tipos de buscadores:

Virochana representa aquí al buscador que se contenta con identificar al Yo real con su yo efímero e ilusorio.

Indra, en contraste, es aquel místico que no se contenta con lo aparente, y siempre busca la Realidad Última y Primera. Por esa razón no se da por satisfecho y siempre regresa hacia su maestro Prajapati, con divina constancia hasta obtener de éste las más grandes enseñanzas. Indra logrará experimentar al Yo real y así se convierte en un dios.

juanba dijo...

Tadeo: De hecho Indra es un dios del panteón hindú. El tema está en que se convierte en Dios cualquiera que se da cuenta de su verdadero Yo, osea que el potencial de adquirir esto está en cualquiera de nosotros. Claro que muchos son los llamados pocos los que logran establecerse en la Realidad Ultima.

Salutes