lunes, octubre 30, 2006

Tao Te King (XI, XII)

XI

Treinta radios convergen en el centro
de una rueda,
pero es su vacío
lo que hace útil al carro.
Se moldea la arcilla para hacer la vasija,
pero de su vacío
depende el uso de la vasija.
Se abren puertas y ventanas
en los muros de una casa,
y es el vacío
lo que permite habitarla.
En el ser centramos nuestro interés,
pero del no-ser depende la utilidad.


Cito, en relación a este verso del Tao, una charla de
Sri Nisargadatta Maharaj:

Maharaj: El placer y el dolor perdieron su dominio sobre mí. Yo estaba libre de deseo y de temor. Me encontré a mí mismo pleno, sin necesidad de nada. Vi que en el océano de la presenciación pura, en la superficie de la consciencia universal, las innumerables olas de los mundos fenoménicos emergen y se sumergen sin comienzo ni fin. En tanto que en consciencia, todos ellos están en mí. En tanto que eventos, todos son míos. Hay un poder misterioso que cuida de ellos. Ese poder es la presenciación, el Sí mismo, la Vida, Dios, déle usted el nombre que quiera. Es el fundamento, el soporte último de todo lo que es, lo mismo que el oro es la base de toda la joyería. ¡Y es tan íntimamente nuestro! Haga abstracción del nombre y la forma de las joyas y el oro deviene manifiesto. Libérese del nombre y de la forma, y de los deseos y temores que crean —¿qué queda entonces?

Interlocutor: Nada.

Maharaj: Sí, el vacío queda. Pero el vacío está lleno a rebosar. Es la potencialidad eterna, como la consciencia es la actualidad eterna.

Interlocutor: ¿Por potencialidad usted quiere decir el futuro?

Maharaj: El pasado, el presente y el futuro —los tres están ahí. E infinitamente más.

Interlocutor: Pero puesto que el vacío es vacío, es de poca utilidad para nosotros.

Maharaj: ¿Cómo puede usted decir eso? Sin ruptura en la continuidad, ¿cómo puede haber renacimiento? ¿Puede haber renovación sin muerte? Incluso la obscuridad del sueño profundo es refrescante y rejuvenecedora. Sin la muerte habríamos sido tragados para siempre en el pantano de la senilidad eterna.



XII

Los cinco colores ciegan al hombre.
Los cinco sonidos ensordecen al hombre.
Los cinco sabores embotan al hombre.
La carrera y la caza ofuscan al hombre.
Los tesoros corrompen al hombre.
Por eso, el sabio atiende al vientre y no al ojo.
Por eso, rechaza esto y prefiere aquello.



Sentidos. Percepciones sensoriales. Vista, oido, gusto, olfato. Excesos de sensualidad. Embotamiento. ¿Lo que perciben nuestros sentidos es lo real? Lo real, yace más allá de ellos, pero con qué facilidad, y a veces hasta con qué gusto, nos perdemos en este mundo de ilusiones. Lo real y lo ilusorio, ¿cuál es el límite perceptible que separa uno de otro?







5 comentarios:

sasha dijo...

al primer verso lo encontré hace mucho en un diario de psicología y new age.
esta pegado en la puerta de mi placard todo amarillento ya, junto con unas ojas que algun arbol otoñó.
:-)

Asilo en el Mar dijo...

dificil distinguir uno entre el otro, un te tropiezas con el descubrimiento de que lo que creías real es una ilusión o viceversa. Son opuestos, uno no existe sin el otro... o tu como ves?

Abrazos miles j.b.!

juanba dijo...

Mar: A ver, a simple vista parecen ser algo así como las dos caras de una misma moneda pero desde lo Real surge el resto, inclusive lo ilusorio.

Yo creo estar perdido en lo ilusorio pero, cada tanto, tengo un atisbo o sensación de lo Real.

Otro abrazo!

juanba dijo...

Jime: Podrías empapelar el placard entero con los 80 versos restantes ¿no? Ahora sí, para ello dejarías sin hojas a todos los árboles de la cuadra...

:)

Salutes

Adriano dijo...

En relación a XI y sus primeros dos versos, me pongo a pensar en aquella idea de lo circular como perfecto y armónico. Es llamativo también la puesta en escena de lo vacío como algo completo, de la nada como un todo. Me parece que el Tao juega mucho con esas dualidades, hallando en la aparente contradicción una fuerte afirmación que sustenta una filosofía de vida.

Y en cuanto a XII, sobre los sentidos (¿te faltó mencionar al tacto?), creo que existe un riesgo hasta angustiante, según cada uno, claro, de llegar a consider que todo es una fantasía. Hay como una delgada línea, pienso, que divide a esa duda interesante capaz de afirmar otros principios, y esa otra duda que parece desconfiar de todo.

Saludos, Juan...Un abrazo.